El patrimonio cultural que compone a Italia, país cuna del Imperio Romano y también del Renacimiento, es exquisitamente rico: el David, la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, El nacimiento de Venus, La primavera de Botticelli y La Última Cena de Da Vinci son solo algunos de sus increíbles ejemplos.
Italia reúne más lugares Patrimonio de la Humanidad que cualquier otro país del planeta: en Roma se pueden seguir los pasos de santos y emperadores, mientras que Rávena sorprende con sus joyas bizantinas y Padua hace lo propio con los frescos revolucionarios de Giotto.
El esplendor de Italia se complementa de una variedad extraordinaria, que va desde la gastronomía y la moda, hasta el arte, la cultura y sus bellísimos paisajes.
Se trata de un país que en su todo es una verdadera obra de arte, cuyo lienzo fue utilizado por la madre naturaleza, quien se encargó de ofrecer una diversidad estelar. Su territorio recorre desde el hielo alpino y los lagos glaciares del norte hasta los cráteres volcánicos y las grutas turquesas del sur.
Italia ofrece una infinita variedad de ofertas, aquí te presentamos una selección de lugares imperdibles por su belleza, cultura y sofisticación:
“Tierra donde el río cae impetuoso, a través de una gran brecha en el monte…”. Así la describía el más ilustre de los genios italianos: Leonardo Da Vinci, en su obra Códice Atlántico. Y es que este idílico lugar ha sido, desde épocas inmemorables, fuente de inspiración para escritores, poetas, pintores y más recientemente incluso para los grandes de Hollywood, como el sensacional director Alfred Hitchcock, que se fijó en estos paisajes para dar vida a su primera obra El Laberinto de la Pasión.
Es uno de los pueblitos más pintorescos que rodean y embellecen al grandioso Lago de Como en Lombardía y alberga a 1.300 habitantes. Se trata de un pueblo de origen celta que fue bautizado con este nombre en honor al dios de los ríos y las aguas: Ness.
Este pintoresco pueblo se encuentra en la accidentada desembocadura de un arroyo hacia el lago, punto donde confluyen dos cursos de agua que caen entre las rocas en forma de cascada. Un antiguo puente de estilo románico de la época medieval -el Puente de la Civera- une las dos orillas entre el arroyo, que con la caída de agua hace de banda sonora eterna a los hogares de los lugareños. Detrás del puente, se encuentra el Orrido de Nesso, un salto de agua de casi 200 metros de altura, que parece partir literalmente las montañas con la fuerza imparable de la unión de sus dos torrentes, el Tuf y el Nosè, dando origen a esta cascada que se vierte incesantemente sobre las aguas del Lago de Como.
Este bello regalo natural no sirve sólo de atractivo turístico, sino que desde hace siglos también ha sido el motor del municipio, que aprovecha su gran fuerza como eco-energía en los molinos de aceite, de harina y más tarde para la industria en general.
Otros hermosos puntos turísticos que ofrece Nesso, son las visitas obligadas a la Iglesia de San Pietro e Paolo y el Embarcadero. También la Piazza Vecchia y la Vía Borgovecchio, con sus casas de piedra, sus balcones y rejas salpicadas de macetas de vivos colores, que cuentan la historia de este maravilloso lugar escondido en Italia.
Rodeado de vegetación, este rincón de la costa Amalfitana parece salido de un cuento. Es reconocido en todo el mundo por sus inexplicables y bellísimos paisajes. Dominan en el pueblo los colores rosados y pasteles, mientras que sus casas caen y se dispersan por la pendiente entre las montañas y las pendientes.
Lo que más llama la atención son sus escaleras, que se retuercen a lo largo y ancho de la localidad, formando un conjunto sinuoso que encanta a todo quien las recorre. Deambular por las pequeñas calles de Positano resulta verdaderamente cautivador.
Es uno de los pueblos más exclusivos de la Costa Amalfitana, con tiendas de lujo y buenos restaurantes. Tiene un pequeño y bonito centro, con callejones estrechos y empedrados. Sus tiendas de ropa, sandalias artesanales, lemoncello y souvenirs pueblan las calles. Uno de sus atractivos más importantes es la Iglesia de Santa María de Assunta, la cual posee una impresionante arquitectura que llama la atención de todo quien la observe.
Las playas más importantes y bellas del pueblo son la Spiaggia Grande y la playa de Fornillo, a las cuales se puede llegar fácilmente caminando.
Florencia, una ciudad que parece un museo al aire libre, es uno de los lugares más imprescindibles de conocer en Italia.
Cuna del arte, poblada de palacios, estatuas, plazas, puentes, esculturas, museos y edificios religiosos, tuvo a Miguel Ángel y todos los grandes maestros del renacimiento como almas embellecedoras de toda la ciudad convirtiéndola en una de las más bonitas del mundo.
La zona histórica por excelencia de Florencia se emplaza alrededor de la Piazza della Signoria. Los más grandes artistas como Dante, Leonardo Da Vinci, Cellini, Donatello, Perugino y el ya mencionado Miguel Ángel, denotan su presencia en el lugar junto a muchos otros grandes de la cultura, uniendo los clásico y lo moderno para dar vida a esta exclusiva y rica ciudad.
Florencia merece un recorrido profundo a través de su arte y su historia. Se trata de una ciudad que alberga más del 30% de las obras más importantes de todo el mundo, entre ellas al David, una de las esculturas más magníficas de la historia. Con ello, no es muy complicado que quien visite la ciudad no padezca del síndrome de Stendhal, también conocido como el Mal de Florencia el cual revoluciona absolutamente todo el cuerpo de quien manifiesta admiración por la belleza de la cultura y el arte.
La cúpula de la mundialmente famosa catedral de Brunelleschi, es la típica imagen de la ciudad. Cada edificio de la ciudad pareciera albergar una obra de arte y sus calles son oscuras y angostas. Florencia es además, sede de importantes firmas de moda de alta costura italianas. La gastronomía es otro de los puntos fuertes de la región.
Actualmente Florencia mantiene todo el encanto de ciudad medieval, caracterizándose por armonizar las grandes obras del Renacimiento con las tiendas de moda del momento y modernos cafés. Un ambiente en el que confunden pasado y futuro.
